lunes, 29 de febrero de 2016

El Estado mejora sus fondos documentales para el estudio de la masofobia.

La Gran Logia de España ha cedido al Centro Documental de la Memoria Histórica más de 40.000 documentos originales pertenecientes fundamentalmente al Grande Oriente Español en el exilio, que abarca el periodo comprendido entre la guerra civil y los años setenta.

"Con esta nueva cesión, la Masonería Española quiere facilitar el estudio de nuestro exilio en el periodo de mayor persecución de la Orden en España. El antiguo Archivo de Salamanca, epicentro de la persecución más sistemática, prolongada y eficaz que ha padecido nunca la Masonería en Europa Occidental, preserva hoy, como Centro de la Memoria, el recuerdo de la masofobia que fue común a todos los totalitarismos del siglo XX", ha explicado el Gran Maestro, el Muy Respetable Hermano Óscar de Alfonso.
Se trata de los papeles del primer Gran Maestre del Gran Oriente Español en el exilio, el Serenísimo Hermano Lucio Martínez. La Gran Maestría se inició en 1938 en territorio español durante la Guerra Civil y se extendió hasta 1946, cubriendo el periodo de la Segunda Guerra Mundial y la no intervención aliada en España. El Gran Maestre se exilió primero a París en 1939 y a partir de 1940 a México, donde residió hasta su muerte en 1957. 

¿Qué es la masofobia?

La masofobia es el odio a la Masonería y a sus principios, que conducen a una vida más fraternal entre los hombres, tolerando todas las creencias y opiniones honradamente profesadas.
La masofobia tiene dos orígenes claros. Por un lado, el integrismo, que rechaza nuestra puesta en valor de una espiritualidad abierta y tolerante con la del otro; por otro, el totalitarismo, que rechaza nuestra llamada al librepensamiento y la igualdad fraternal del género humano.

En la primera mitad del siglo XX, la masofobia de los distintos totalitarismos provocó una persecución de la Institución en todos los países de Europa, con la excepción de las islas británicas y alguno de los países nórdicos. España fue el más eficaz de todos en su propósito, sistemático en sus medios y prolongado en el tiempo. Es el único país del mundo donde se crearon tribunales específicos para la represión de la Masonería que, tras casi 30 años de funcionamiento, fueron suprimidos ante la evidencia de que no quedaban masones en España.

El Archivo de Salamanca, la colección de documentos masónicos incautados más extensa del mundo, sirvió para alimentar esa maquinaria. El Estado reconoció hace años ya la propiedad de todos ellos a la Gran Logia de España y la Masonería Española desea que se queden donde están, en el actual Centro Documental de la Memoria Histórica, para ayudarle en su propósito de que no se olvide dónde y porqué fueron acumulados. Cada papel, cada fotografía, cada ficha, cada acta se utilizó, con la fría eficacia funcionarial propia de los totalitarismos, para identificar y depurar a masones que defendían principios que hoy inspiran al mundo.

Hoy, en las sociedades democráticas que amparan y protegen a la Masonería, las redes sociales registran a diario expresiones de masofobia y la persecución institucionalizada continúa siendo un hecho en una treintena de países del mundo dominados por el integrismo religioso o el totalitarismo político.

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