martes, 26 de noviembre de 2013

¿QUE APORTA EL ESCOCISMO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOS VALORES A LA SOCIEDAD DEL SIGLO XXI?



¿QUE APORTA EL ESCOCISMO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOS  VALORES A LA SOCIEDAD DEL SIGLO XXI?

V.H. Lluis Moya Noguera, 30º

Antes de entrar a exponer el siempre interesante tema para nosotros, de lo que puede y debe aportar la masonería escocista, si es que tiene o puede realmente aportar algo, partiendo de la premisa de que la masonería propugna un constructivismo individual (ayuda a edificar nuestro templo individual) un constructivismo ético y un constructivismo social (al pulir cada una de las piedras individuales estamos dando el primer paso para la elevación del edificio social) es menester, realizar un análisis tanto de la situación actual de la sociedad, como del estado y vigencia de los valores de la filosofía escocesa.

Antes de continuar, hemos de significar que como masones escocistas no pretendemos ninguna revolución política ni social al uso histórico, sino ir puliendo cada una de nuestras personalidades, para después proyectarlas en los otros, como única forma de mejorar posteriormente el edificio social.

Como dice muy bien un aparte de nuestros rituales  “Aquí no estamos en la línea de los filósofos utópicos. Aquí queremos filosofar sobre el mundo para transformarlo. Quienes somos miembros de la Orden Masónica Escocista debemos buscar un mundo mas justo y libre, defendiendo los valores de la igualdad y la libertad sobre todas las cosas. El proceso iniciático tiene que conducir a los adeptos involucrados a luchar por estos valores, mediante una conducta inspirada en la rectitud y la honestidad...”

Es evidente que hemos de observar la realidad social circundante para con nuestro papel individual y preparación masónica influir en la misma. Para mí, es evidente que el R.E.E.A, a diferencia de otros ritos, propugna siempre un perfeccionamiento o formación de la persona, pero en relación “con el otro”. No podemos vivir fuera del mundo, al abrigo del taller, sin ser impactados por lo que ocurre. Es necesario interactuar. El paradigma masónico va desde lo individual a lo colectivo.

Hay que tener siempre presente que la masonería en su definición mas primigenia es una “sistema peculiar de moral….” que lleva al iniciado a la conformación de un individuo libre, critico, autónomo y fraterno que pretende vivir en una sociedad (y ahí entra el escocismo, con sus ideas de la soberanía, representación, control del poder, etc.) que sueña libre, igual, fraterna, en definitiva profundamente humana. No en vano la masonería escocista es humanista y social y desde su inicio ha tenido una dimensión social y universalista.

No hay que olvidar que la Francmasonería se ocupa del hombre en su totalidad, pues mientras en las Logias simbólicas se ocupa de su individualidad, en los Altos Grados  atiende a la dimensión social, sin olvidar que esta debe servir al mayor desarrollo de las posibilidades del individuo. El problema del otro es mi problema.

La masonería se propone el arte de construir el templo ideal, siempre por acabar, y es labor de todos los hermanos escocistas aportar una piedra bien pulida a la construcción del templo social ¿pero cómo debe estar pulida esta piedra en la actualidad y en la sociedad en la que vivimos?

¿Y en qué sociedad vivimos?  Pues a mi entender en una sociedad de fin de era, de finalización de un ciclo, época de transición, de entierro de los grandes relatos, sin valores globales, desmesurado sentido utilitario, afán de poder, donde la codicia, el beneficio y la satisfacción pronta y fácil se convierte en el único valor, donde el ciudadano se convierte solo en un consumidor y el pueblo en una marca

Estamos en una sociedad desorientada, que da bandazos, cuyo único Dios parece ser el beneficio económico y que carece de proyectos ilusionantes donde los valores de la Ilustración que se introdujeron en nuestras Constituciones, se están convirtiendo en meramente nominales, donde las  grandes palabras están vacías de contenido.

En las postrimerías del siglo pasado se quebrantaron todas nuestras certezas acerca de la sociedad, la historia y la humanidad. No solo están en revisión las grandes verdades religiosas (que paradójicamente dan lugar a cada día más fuertes reductos fundamentalistas, sino los valores laicos de la Ilustración que conformo la sociedad contemporánea y que eran los valores preconizados por la masonería (no hay que olvidar que el inicio de la masonería especulativa es previa y coetánea a la Ilustración y que la mayor parte de los enciclopedistas y otros filósofos de la época, Locke, Diderot, D. Alambert, Helvetius, Voltaire, Kant, Hegel, etc., fueron masones. Vivimos el apogeo de lo efímero, de lo inmediato, todo se convierte en mercancía (salud, educación, etc.) y se sujeta al valor del mercado.

A partir de la caída del muro de Berlín y del fin del equilibrio de la era atómica, se refuerza la idea de la postmodernidad, produciéndose transformaciones radicales que dan lugar a:

-total desregulación del mercado
-desindustrialización
-pase del capitalismo productivo (donde se valoraba el esfuerzo y la creatividad emprendedora) a un capitalismo financiero en algunos casos con visos de casino global.
-socialización del sexo y aparición de nuevas formas de familia (monoparental, gay,  polimorfa).
-multiculturalismo.
-paradoja de la utilización de la ciencia, técnica y cultura como herramientas de dominación en lugar de emancipación.
-fundamentalismos religiosos.
-desarmonía entre globalización y localización
-nacimiento del paradigma ecológico
-super-cultura electrónica. Vida en la red.
-sociedad de la satisfacción que precisa para subsistir (Ruiz Soria dixit) de un tipo antropológico de individuo enfocado al consumo inmediato y al diferimiento de los costes y rentabilidad de su acción (Galbraith)

Además nos encontramos ante enormes desafíos que dicen en relación con la destrucción ecológica, la deforestación, el aumento de la temperatura, el aumento demográfico incontrolado, etc., y que aumentan si cabe el caos y la desorientación de la humanidad.
Todo ello ha dado lugar a que nos encontremos con la paradoja que a mayor información, hay mayor ignorancia, a mayor educación formal, hay mayor desculturización, a mayor libertad formal, hay mayor dependencia y falta de criterio y autonomía y de ello se deriva la enorme intolerancia, insolidaridad, egoísmo, codicia y corrupción que caracterizan las sociedades actuales. Total falta de espíritu critico (ahí tenemos mucho que decir) y disminución ostensible del espíritu cívico. Vivimos en el reino de la mentira establecida (Paris).

La razón técnica ha sustituido a la razón moral (piedra angular de la verdad) y el hombre actual, en palabras de Salvador Giner “ha perdido las prioridades morales“. El hombre de principios del siglo XXI es esencialmente individualista y hedonista, preocupado solo de su esfera individual e inmediata, despreocupado de lo colectivo y del futuro de la humanidad (consume y agota al máximo los recursos actuales, sin importarle el porvenir) adhiriéndose a cualquier moda intelectual, publicitaria, social, etc. para acabar por abandonarla al día siguiente. Estamos asistiendo impasibles o impotentes ante una autentica crisis de valores.

En un mundo que corre hacia la globalización brutal, donde la multiculturalidad nos transforma nuestra vida cotidiana, el hombre post-contemporáneo no halla respuestas por ningún lado y es ahí donde la capacidad mediadora que supone el método masónico cobra especial vigencia, puesto que la masonería escocista pretende mantener  su vocación mundialista y es evidente que tenemos que trabajar para mantener valores transcendentales. Cuando la sociedad ve esta confusión, cuando la angustia del hombre crece sin ser atendida, la masonería debe ser una esperanza, un sitio de reflexión, un ejemplo, una guía espiritual hacia la libertad y la justicia.

El método masónico escocista nos permite “una nueva mirada ilustrada de la realidad,” esta última acepción, en palabras de Jurgen Habermas.

Como señalo el pensador Zygmart Bauman, nos hallamos ante una “modernidad liquida” en que nuestros antiguos ídolos, valores y mecanismos de control social han desaparecido, sin ser sustituidos por unos nuevos , lo que provoca un autentico desconcierto. El hombre está , hoy mas que nunca, aislado, en una sociedad atomizada y ello hace que se torne liviano y cree en su entorno el fundamentalismo.

Martin Luther King señaló muy acertadamente que  “los medios por los que vivimos han distanciado los fines para los que vivimos. Nuestro poder científico ha sobrepasado nuestro poder intelectual. Hemos tele-dirigido misiles, pero hemos extraviado a los hombres“.

En palabras del pensador Edgar Morin estamos en un cosmos movido únicamente por cuatro motores:
-        Ciencia
-        Técnica
-        Economía
-        Afán de lucro

Si nos fijamos bien en la historia de la humanidad, observamos que hemos avanzado infinitamente en ciencia, tecnología, salud etc., pero en los temas fundamentales del hombre y de la sociedad  seguimos estando, en muchos casos  en los albores de nuestra civilización…. Nos seguimos planteando las mismas preguntas y nos hallamos con las mismas respuestas que nos dieron los presocráticos y otros filósofos de la antigüedad…. Las ciencias físicas han avanzado muchísimo mas que las humanas. Hay que destacar  la enorme complejidad de nuestro sistema de interacciones sociales, frente a la fácil relación con las cosas. Lo verdaderamente complicado es tratar con el otro. Como sabemos que la historia es cíclica, vendrá otro ciclo y es ahí donde hemos de procurar que sea sustancialmente mejor.

Como dice el filósofo Carlos París en su obra Ética radical. Los abismos de la actual civilización: ”Vivimos desde hace tiempo bajo el imperio de una economía, en cuyo funcionamiento la droga, los armamentos y la prostitución constituyen la fuente mas importante de negocios….La realidad que es preciso afrontar es la perversión moral que penetra la sustancia de nuestra organización social, económica y política……Un mundo en el que mil millones de seres humanos son azotados por el flagelo del hambre, mientras el gasto militar, según el SIPRI con 1464 billones de dólares  multiplica por ciento noventa el dedicado a la lucha contra tal flagelo. Y  en que la mente de los ciudadanos, lejos de ser libre, está troquelada por el poder de los grandes medios de comunicación y de la industria cultural, que al servicio de los intereses de las minorías en el poder presentan este mundo como el mejor de los posibles, tratando de estrangular los intentos por transformarlo. Mientras la destrucción de la biosfera por una industria y unas formas de vida ciegas para el presente y mas aun, para el futuro prosigue su avance. Si un día escribió Nietzche: “crece el desierto”, hoy es mucho mas cierta y amplia tal afirmación. Crece el desierto no solo de la realización humana, sino en el sentido literal, físico, cercando el ámbito de la vida. Es precisa una profunda renovación de nuestra ética. Un replanteamiento que nos permita no solo condenar la inmoralidad reinante, sino lo que es decisivo comprender sus raíces  y arrancarlas…La corrupción del mundo actual clama por el discurso ético.

 Y es ahí, siguiendo las reflexiones del Profesor  Paris, donde hemos de  poner en valor, los valores, valga la redundancia, de la masonería escocista, que no son otros que los de la Ilustración. Entiendo, como masón escocista, que es urgente y premiosa una reilustración de nuestra sociedad a través de nuestra presencia y ejemplo, buscando entre otras cosas un equilibrio, una armonía entre lo individual y lo colectivo, base del bienestar social y del progreso. La masonería es más necesaria que nunca, pues los retos que tiene hoy la humanidad, son muy graves y por lo tanto el debate ético tiene que replantearse mas que nunca en términos de universalidad
  
Haciendo mías las reflexiones de Virginio Salinas, digo con sus palabras que “A principios del siglo XXI, cuando los planes de reapropiación de valores parecen haberse derrumbado, tanto si eran proyectos revolucionarios de emancipación como apuestas de reconstrucción filosófica, espiritual, ideológica o política, a tal punto que se habla de un movimiento post-humanístico, justo cuando eventos trágicos derriban puntos de referencia y desacreditan la hipótesis de un “fin de la historia” cuando las sociedades se movilizan en busca de nuevas éticas, nuestra Orden masónica no puede ahorrarse una reflexión prospectiva y filosófica que se empeñe en encontrar una respuesta a la pregunta ¿hacia donde se dirigen los valores?. Todavía para Voltaire, en el siglo de la Ilustración, no cabía ninguna duda “solo existe una moral, al igual que solo existe una geometría”.
Y como decía Max Weber  “una concepción del universo, no puede excluir los valores. Son estos los que otorgan un sentido a la vida humana porque en la trama en la cual teje su explicación, la concepción del universo, ellos marcan las metas que hacen posible la marcha ascendente del hombre en su eterna búsqueda del ideal” y esto es fundamental  en un momento de  fragmentación del todo, disolución de cualquier canon, ironización de las grandes convicciones, permanente crisis de identidad, denuncia a cualquier profundidad, denunciada como metafísica y esencialista, destrucción de las razones para cualquier compromiso fundamental…si la sociedad postmoderna se halla estructurada alrededor de la tradición de solidaridad y la búsqueda de modalidades cada vez mas incluyentes de justicia social y de formas de comunicación participativa, que políticamente se concreten en la democracia social participativa, de abajo hacia arriba, abierta a las diferencias y a la comunicación de las auténticas subjetividades que irán a construir las fuerzas de un nuevo orden social y de un nuevo sentido social …” dicho esto último en palabras del Profesor Marquez Fernandez en su obra “ Modernidad y Postmodernidad. Entre el humanismo histórico y la razón escéptica.”

Ante este panorama, ¿qué puede aportar el REEA a los valores del siglo XXI?

Creo que no hay tarea más masónica escocista, que el llevar a la práctica de forma real y profunda los valores de la Ilustración en el siglo actual, hoy completamente relegados.

Ante todo no hay que olvidar que la masonería escocista, es en gran parte por su condición político-social (en mayúsculas) fiduciaria de los valores de sus antecesores (los de la Ilustración) tiene el deber de hacer realidad estos principios que aunque nominalmente, como ya dijimos antes, figuran en muchas de nuestras Constituciones, no impregnan ni rigen la realidad de nuestras vidas. Se trata de hacer lo posible para volver a convertir lo nominal y formal en real, es decir poner en activo lo que es formal.
Como decía el filósofo masón Krause  la tarea de la Orden es atender a lo que es común a todos los seres humanos en tanto que hombres completos
Se trata de volver a convertir al sujeto consumidor, en ciudadano, consciente de sus derechos. Debemos lograr que el hombre sea el sujeto de su historia y no lo sea el mercado u otros falsos dioses, pero sin olvidar que la masonería no es un método social directo, sino un método de vocación formativa, que aplicado en compañía, va al interior del individuo y provoca una nueva comprensión de uno mismo y de los demás y le capacita para percibir con todo su sentido  la realidad y por ello encuentra un presupuesto renovado para actuar en sociedad, desde un yo más esclarecido. Las características que configuran al francmasón en cuanto “tipo” de la Ilustración y que debe de servir de ejemplo a los demás, son la de un buen ciudadano preocupado por la paz, la seguridad, la razón, la libertad, la justicia, la tolerancia, la igualdad, la fraternidad y la solidaridad entre todos los hombres.

Se trata de convertir al sujeto en un hombre crítico y que decida su destino individual y social desde su autonomía y su libertad. En definitiva, convertir a los sujetos de una sociedad, en hombres respetables, honorables, autónomos y críticos

No hay que olvidar nunca la naturaleza de nuestro compromiso masónico como ya se define en nuestra iniciación con bellas palabras del siglo XVIII, “que el débil y el oprimido encuentren un defensor en ti, que la patria sea salvada por ti de la tiranía, que tu inteligencia pueda penetrar en las leyes del mundo, que la justicia pueda exaltar tu alma...” Hemos de enseñar a conquistar un “arte de vivir .

Debemos aportar, como muy bien señala Edgar Morin:

-una ética individual
-una ética civica
-una ética de espacio

Es cierto que no tenemos ni debemos esperar utopías, pero si un camino hacia un mundo mejor, afirmando siempre con nuestro ejemplo que el respeto al otro, la justicia y la equidad  son fundamentales para la vida y la sociedad. Las Constituciones de Anderson pretenden comprometer al masón a la construcción de un templo de amor o fraternidad universal basado en la sabiduría, la fuerza y la belleza.

No hay que olvidar que el  escocismo prepara al masón para vivir en democracia bajo el imperio de la ley, fruto de la expresión popular.

Masonería escocista es hija de la  Ilustración y se conforma como una tradición en perpetua redefinición de si misma y hoy día está inserta en la sociedad de lo aparente de la mercancía, hóstil al pensamiento de masones de Newton, Montesquieu y Rousseau

No hace falta haber leído a los situacionistas para ver la enorme brecha que separa la visión de la Masonería escocista del llamado pensamiento débil, preponderante en los últimos treinta años, derivado de la conformación de la sociedad actual, a saber:

- la Orden propugna la esencia, la sociedad actual, la apariencia
- frente a la introspección que defendemos, la sociedad exalta la apariencia
- frente al dialogo, la pasividad
- frente al debate, el fin de la intimidad.

El escocismo nos enseña que la masonería no solo es un filosofar y un método, sino un compromiso que se consume en una:

- Finalidad educativa
- Finalidad ética
- Finalidad constructiva

La masonería tiene que ser simiente de bien para una época depravada, en palabras del filósofo masón Fichte. Los masones escocistas hemos de hacer una extensión de las prioridades masónicas a la construcción social y desarrollar en nuestras logias de oficio y capítulos, aquellas virtudes y vocaciones humanas que culminarán en la existencia de un ciudadano consciente y responsable de su propio proyecto vital y de su participación en sociedad.

Como muy bien dice Jurgen Habermas  “en lugar de imponer a otros una máxima que yo quiero sea una ley universal, debo someter mi máxima a los otros a fin de examinar, a través del debate, su pretensión de universalidad”.

Estimo, con humildad intelectual , que creo sinceramente que como masones escocistas debemos llevar fuera la Luz recibida, contando con la razón como principal herramienta y la duda como método intelectual, promover una nueva Ilustración, que como dije antes, no es mas que una actualización y profundización de los valores perennes que aportó a la civilización la primera Ilustración, tales como.:

Tolerancia, entendida en el mas amplio sentido volteriano de la palabra. Es nuestro valor más emblemático. Como decía nuestro hermano Demófilo de Buen en el año 1931, ninguna condición es más exigible a los masones que la virtud de la tolerancia. Hemos de propugnar la tolerancia en nuestra sociedad, como búsqueda de la multiplicación de las visiones para alcanzar la verdad en el sentido machadiano de la palabra. Tolerancia como pluralismo social en cuanto a la reflexión y práctica de toda clase de ideas.  Ya en 1737 y 1741 el Caballero Ramsay, en su calidad de orador, había lanzado la idea de una república democrática universal, que debía basarse en la tolerancia absoluta.

Igualdad, en el sentido de erradicación de todo elemento discriminatorio en todos los órdenes, es decir igualdad en la dignidad. La igualdad es un presupuesto de la fraternidad. La masonería no desmerece el mérito y la capacidad de cada uno ( y ello se manifiesta incluso en los grados del escocismo) pero se vincula necesariamente a la igualdad radical de los hombres. Como dijeron los masones escocistas filipinos en la XVII Conferencia Mundial de Supremos Consejos  “el progreso humano es nuestra causa, la libertad de conciencia nuestra misión y la garantía de que todas las personas del mundo gocen de igualdad de derechos es nuestro principal objetivo”. Los masones escoceses sentimos que todos los hombres son por esencia hermanos entre si, con una consciencia de similitud como síntesis dialéctica.

Libertad, como potenciación de uno mismo, libre de prejuicios, completamente desalentado, en una sociedad de hombres libres, ilustrados y morales, y como potenciación de la democracia en todos los órdenes y medidas. A través de una verdadera libertad, hemos de facilitar que los hombres encuentren la identidad perdida. Se ha de perseguir, desde la autentica libertad, la consecución de la verdadera autonomía y en palabras de la filósofa Adela Cortina, “hacer un hombre capaz de comunicarse, capaz de compadecer.” Libertad absoluta de conciencia, libertad de dudar. Una libertad que “causa y no impone, sugiere sin declarar y pregunta más que responder” como dijo Jacques Chirac en su discurso a los masones de Francia.

En la Declaración de Lausanne de 1995 se indica que es misión de la Orden, la propagación y defensa de la libertad de espíritu en los límites de la ley moral para el conjunto de los hombres. Libertad también como  fundamento del derecho y de la vida social y política y conformadora de la misma. En palabras de Stuart Mill “la única libertad que merece este nombre es la de buscar nuestro propio bien, por nuestro propio camino, en tanto no privemos a los demás del suyo o les impidamos esforzarse por conseguirlo. Cada uno es el guardián  natural de su propia salud, sea física, mental o espiritual...”

Fraternidad, entendida en el sentido apuntado en su momento por el Grande Oriente Español en su circular de 16 de Febrero de 1873“La fraternidad que se practica en el templo entre hombres pertenecientes a diversas escuelas políticas modera los ímpetus, suaviza los caracteres y refleja sobre el mundo exterior un rayo de inextinguible claridad que nos alumbra. En las circunstancias actuales no basta con esto solo. Se necesita algo, mucho más. El espíritu fraternal del templo ha de ser la atmósfera en que siga envuelto el masón que toma parte activa en la vida pública; este espíritu ha de animarle en la calle, en el club, en el Parlamento, etc”.

Universalización de la razón critica, que es pensar con autentica libertad que “nos lleve a una revolución cultural que transforme el espíritu de enajenación y pasividad característico de la sociedad tecnológica y que tenga por finalidad la creación de un hombre nuevo cuya meta en la vida sea ser y no tener y usar” (From).   La masonería es por definición y vocación, una de las instituciones humanas mejor habilitadas para auxiliar a este hombre libre que se busca a si mismo, usando su razón y su capacidad crítica.

-Efectivo control del poder por medio de una democracia auténticamente representativa, participativa y deliberativa, en la que se garantice la participación libre e igual en el proceso de discusión y toma de decisiones, la orientación de la comunicación en el sentido de la justificación; la ausencia de minorías congeladas y aisladas y la existencia de un marco emocional adecuado para la argumentación (Carlos S. Nino).
Incitar a la progresión de una democracia formal a una democracia real.

-Universalismo, en el sentido expresado por el hermano Goethe “como hombre, como ciudadano, el poeta amará a su patria; pero la patria de su fuerza y de su acción poéticas son la bondad, la nobleza, la belleza, que no están ligadas a ninguna provincia especial, a ningún país especial, que él toma y forma allí, donde se encuentra…”

-Humanismo. Es menester recrear un humanismo del respeto, de la autenticidad, de la responsabilidad compartida, del esfuerzo, de la capacidad creadora, del amor al trabajo, de la responsabilidad social de las empresas.

-Acentuar el proceso de juridificación de los Derechos fundamentales, para que se conviertan en eficaces instrumentos que limiten la  actuación del poder.

-Realización efectiva de los Derechos humanos, consagrados en las sucesivas Declaraciones archiconocidas, pues su aplicación aun hoy día, tiene un gran ingrediente de conveniencia mas que un convencimiento profundo, se aplican sesgadamente y se manipulan constantemente por el poder

La limitación de esta ponencia nos impide seguir desarrollando otros valores que deberíamos ejemplarizar en la sociedad actual, tales como el desarrollo sostenible, la necesidad de crear una nueva mitología, la cooperación, la equidad, la justicia social, etc.
Por último es obvio que no soy tan ingenuo para pensar que este cambio tan sustancial de modelo de humanidad, se pueda intentar conseguir, sin un cambio de paradigma y sobre todo sin una transformación profunda de las estructuras económicas en las que el hombre, su bienestar y su dignidad, y no el beneficio sea el objetivo principal

En definitiva y para concluir, hemos de tener siempre presente que si en su momento la masonería colocó al hombre como un ser en el camino de liberación  de dogmas y le dio las herramientas adecuadas para comprenderse a si mismo y al mundo, ubicándole entre la escuadra y el compás , en un momento como el que vivimos, es momento de volver a recuperar lo que éramos y lo que propugnábamos, de lograr que la piedra cúbica deje de ser soporte de estructuras injustas y que frente a la materialidad que ahoga la vida humana, encontrar la palabra perdida constituya un desafío, un reto existencial lleno de optimismo y de esperanza.
  
He dicho.




   

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