La masofobia es el
odio a la Masonería y a sus principios, que conducen a una vida más
fraternal entre los hombres, tolerando todas las creencias y opiniones
honradamente profesadas.
La masofobia tiene dos orígenes claros. Por un lado, el integrismo, que
rechaza nuestra puesta en valor de una espiritualidad abierta y tolerante
con la del otro; por otro, el totalitarismo, que rechaza nuestra llamada
al librepensamiento y la igualdad fraternal del género
humano.
En la primera mitad del siglo XX, la masofobia de los distintos
totalitarismos provocó una persecución de la Institución en todos los
países de Europa, con la excepción de las islas británicas y alguno de los
países nórdicos. España fue el más eficaz de todos en su propósito,
sistemático en sus medios y prolongado en el tiempo. Es el único país del
mundo donde se crearon tribunales específicos para la represión de la
Masonería que, tras casi 30 años de funcionamiento, fueron suprimidos ante
la evidencia de que no quedaban masones en España.
El Archivo de Salamanca, la colección de documentos masónicos incautados
más extensa del mundo, sirvió para alimentar esa maquinaria. El Estado
reconoció hace años ya la propiedad de todos ellos a la Gran Logia de
España y la Masonería Española desea que se queden donde están, en el
actual Centro Documental de la Memoria Histórica, para ayudarle en su
propósito de que no se olvide dónde y porqué fueron acumulados. Cada papel,
cada fotografía, cada ficha, cada acta se utilizó, con la fría eficacia
funcionarial propia de los totalitarismos, para identificar y depurar
a masones que defendían principios que hoy inspiran al mundo.
Hoy, en las sociedades democráticas que amparan y protegen a la Masonería,
las redes sociales registran a diario expresiones de masofobia y la
persecución institucionalizada continúa siendo un hecho en una treintena de
países del mundo dominados por el integrismo religioso o el totalitarismo
político.
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